By Timothy Williams, Senior Director of Formation and Leadership Development
Sister of Charity Stanislaus Malone of New Orleans was often asked why she offered help to everybody, even criminals. She pointed out that there is only one individual in all the gospels to whom Jesus promised a place in paradise: the thief nailed to the cross next to His own. Unlike Christ, that thief was not there despite a life of holiness; he was nether a martyr nor an innocent victim. By his own account, he had been condemned justly and received the usual sentence for his crimes.
Is he not the very image of the “undeserving poor” that Bishop Untener so movingly describes in the essay printed in Serving in Hope, Module IV? “They are the ones,” he says, “who have made the bad choices, or failed to make any choice at all. They are the ones who have been helped before – and it didn’t help.” Yet because of Christ’s mercy, and despite his own life choices, we know the thief on the cross as “the good thief.”
Sometimes it seems so obvious that the neighbors’ troubles are of their own making that we can’t logically justify offering assistance that seems likely to be wasted. We convince ourselves that they are bound to repeat the same decisions which led to their current troubles. Blessed Frédéric called this way of thinking “that excuse familiar to hard hearts, that the poor are so through their own fault, as if the lack of light and morality were not the most deplorable of miseries and the most pressing for societies which want to live.” [To Good People, 1848]
We don’t even realize that the despair we are giving in to is our own realization that so much deprivation and poverty is beyond our ability to “fix”. We allow ourselves to forget that our first calling is to serve Christ, and to bring His hope to the neighbor – to alleviate not just hunger and cold, but the “lack of light” as Frédéric called it, by our loving presence and friendship. Maybe that’s why, when we find a neighbor “undeserving,” we so often feel a tug in our hearts urging us, in Bishop Untener’s words, to “help them anyway.”
Perhaps that prick of conscience is a sliver from the cross, piercing our souls to remind us that the logic of God is mercy. That the good thief brought his crucifixion on himself, through his own decisions and actions, did not cause God to abandon him. He sent His Son, and the Son sends us.
The way to salvation is through the cross, and if we wish to truly draw our neighbor closer to Christ, then rather than condemning him again to the cross he already bears, let us instead begin by helping him carry it.
Contemplate
Do I offer my love and mercy to the “good thieves” I encounter?
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Serving in Hope, Our Vincentian Mission
Contemplación : Un rayo de Esperanza
Traducción de Sandra Joya
La hermana de la Caridad Stasnilaus Malone de Nueva Orleans fue preguntada en varias ocasiones por qué ofrecía ayuda a todos, incluso a los criminales. Ella señalaba que hay sólo una persona en todos los Evangelios a quién Jesús prometió un lugar en el paraíso. El ladrón clavado en la cruz junto a El. A diferencia de Cristo, ese ladrón no estaba allí a pesar de una vida de santidad, no era un martir ni víctima inocente. Según su propio relato, había sido condenado justamente y recibió la sentencia habitual por sus crímenes.
¿ No es él la imagen de los “” pobres no merecedores”” que el Obispo Untener describe tan conmovedoramente en el ensayo publicado en Serving in Hope, Módulo IV? Ellos son dice: “” los que han tomado malas decisiobes,o no han tomado ninguna decisión en absoluto. Ellos son los que ya han recibido ayuda antes, y no les sirvió “” Sin embargo, debido a la misericordia de Cristo, y a pesar de sus propias decisiones en la vida, conocemos al ladrón en la cruz cómo “” el buen ladrón”.
A veces parece tan obvio que los problemas de los vecinos son consecuencia de sus propias decisiones, que no podemos justificar, lógicamente ofrecerles, ayuda que parece destinada a ser desperdiciada.
Nos convencemos de que están condenados a repetir las mismas decisiones, que los llevaron a sus problemas actuales. El Beato Frédéric llamaba a ésta forma de pensar ” esa excusa familiar a los corazones duros, que los pobres son así por culpa propia, como si la falta de luz y moralidad no fuera la más deplorable de las miserias y la más urgente para las sociedades que quieren vivir ” ( To Good People, 1848)
Ni siquiera nos damos cuenta de que la desesperación a la que estamos cediendo es nuestra propia comprensión de que tanta privación y pobreza está más allá de nuestra capacidad de ” arreglar”. Nos permitimos olvidar que nuestro primer llamado es servir a Cristo y llevarle esperanza al prójimo, aliviar no sólo el hambre y el frío sino la ” falta de luz”, como la llamaba Frédéric, mediante nuestra presencia amorosa y amistad. Tal vez por eso, cuando encontramos a un vecino ” no merecedor”, con tanta frecuencia sentimos una punzada en el corazón que nos urge, en palabras del Obispo Untener, a ” ayudarlos de todos modos”.
Quizás esa punzada de conciencia es un fragmento de la cruz, que atravieza nuestras almas, para recordarnos que la lógica de Dios es la Misericordia. El hecho de que el buen ladrón haya causado su propia crucifixión, por sus decisiones y acciones, no hizo que Dios lo abandonara, El envió a su Hijo, y el Hijo nos envía a nosotros.
El camino hacia la Salvación es a tra ves de la cruz, y si deseamos realmente acercar a nuestro prójimo a Cristo, entonces en lugar de condenarlo nuevamente a la cruz que ya lleva, empecemos ayudándole a cargarla.
Contemplar
¿ Ofrezco mi amor y misericirdia a los ” buenos ladrones” que qencuentro?
Mr Williams
Your Contemplations are always inspiring however, thus one goes beyond above and beyond. I wish the entire world could read this and have the heart and courage to act accordingly. Imagine how the world and human existence would be.