By Timothy Williams, Senior Director of Formation and Leadership Development
It has been said that God only asks us to devote one day a week to him, and on that day he asks us not to work, but to rest. On Sunday, then, you are simply a human being. The other six days, you are a human doing. For Vincentians, though, rest from our works of charity often seems unthinkable.
We seek to share generously of our time, our talents, our possessions and ourselves. [Rule, Part I, 2.5.1] By acting upon this virtue of selflessness, we seek to become truly selfless, emptied of self, so that we can be filled with God. Vincentians are people of action; of contemplation, also, but not at the expense of loving God with the strength of our arms and the sweat of our brows!” [CCD XI:32]
We follow the example of St. Louise de Marillac, whose commitment to serving the poor, the foundlings, the sick, the victims of war, and her own Daughters of Charity led her often to drag herself out of her own sickbed to go about her work. For all of his own lifelong whirlwind of work and activity for the poor of seventeenth century France, it was St. Vincent who often reminded her – implored her – to stop and to rest. “Increase your strength,” he advised. “You need it, or, in any case, the public does.” [CCD I:392]
We are called not to hoard our resources; everything given to us is meant to be used to relieve the needs of today. As a result, there may come days when we have no more money to give; both we and the neighbor understand this. In a similar way, we don’t hold back our love, our presence, or our efforts when they are needed – and we are able. But just as the money sometimes runs out, so, too, can our personal reserve of strength and stamina.
Aristotle said that if you want to become a builder, you build something. If you want to become virtuous, you do virtuous things. [Nichomachean Ethics] We become by doing; what begins as an exterior practice, becomes interior. We no longer simply act generously, we become generous.
So, what do we become if we do too much, especially if we do so much that we can do no more without suffering burnout, or compassion fatigue, or physical exhaustion; if our very actions of virtue lead to our inability to continue them? We are people of contemplation and action, and we need to pause our actions in order to replenish and refresh ourselves with prayer and rest.
The Catechism teaches that the cardinal virtue of temperance moderates our desires for worldly goods. In a sense, learning to control our drive to always “do more” can be an exercise in temperance, allowing our love of God and neighbor to be undisturbed by a body or mind crying out for rest. Only each of us can know our personal limits, and not everything that makes us tired is too much, but there is a time for everything, even rest.
Contemplate
Do I pause to refresh myself with prayer and reflection, rather than focusing only on “the work”?
Recommended Reading
15 Days of Prayer with Blessed Frédéric Ozanam
Contemplación : ENTRE EL HACER Y EL SER
Traducción de Sandra Joya
Se ha dicho que Dios sólo nos pide que le dediquemos un día a la semana y que en ese día no mos pude qye travahemos, sino que descabsemos. El domingo, pues. eres simplemente un ser humano. Los otros seis días eres un ser humano que hace. Sin embargo, para los Vicentinos, el descanso de nuestras obras de caridad a menudo parece impensable.
Buscamos compartir generosamente nuestro tiempo, nuestros talentos, nuestras posesiones y a nosotros mismos. (Regla, Parte 1, 2. 5 1) Al actuar según ésta virtud del altruismo, buscamos volvernos verdaderamente altruistas, vaciamos de nosotros mismos, para poder llenarnos de Dios. Los Vicentinos somos gente de acción; de Contemplacion, también , pero no a expensas de amar a Dios con la fuerza de nuestros brazos, y el sudor de nuestra frente. (SV XI.32)
Seguimos el ejemplo de Santa Luisa de Marillac, cuyo compromiso al servicio de los pobres, los expositos. los enfermos, las víctimas de la guerra y sus propias Hijas de la Caridad la llevaron a menudo a salir de su propio lecho de enferma para dedicarse a su travajo. A pesar de todo el torbellino de trabajo y actividades que vivió durante toda su vida en favor de los pobres de la Francia del siglo XVII, fue San Vicente quién a menudo le recordó-que se detubiera y descansara “Aumenta tus fuerzas, le aconsejó. Tú las necesitas, o en todo caso, el público las necesita” (SV I, 392)
Estamos llamados a no acumular nuestros recursos; todo lo que se nos da está destinado a ser utilizado para aliviar las necesidades de hoy. Como resultado, puede haber días en que no tengamos más dinero para dar; tanto nosotros como el prójimo lo entendemos. De manera similar no retenemos nuestro amor, nuestra presencia o nuestros esfuerzos cuando son necesarios somos capaces de hacerlo. Pero así como el dinero, a veces se acaba, también puede agotarse nuestra reserva personal de fuerza y resistencia.
Aristóteles decía, que si quieres ser constructor, construyes algo, si quieres ser virtuoso, haces cosas virtuosas (Ética de Nicomaco) Llegamos a ser haciendo; lo que comienza como una práctica exterior, se vuelve interior. Ya no actuamos simplemente con generosidad, nos volvemos generosos.
Entonces ¿ en qué nos convertimos si hacemos demasiado, especialmente si hacemos tanto que no podemos hacer más, sin sufrir agotamiento, fatiga por compasión o agotamiento físico; si nuestras mismas acciones de virtud nos llevan a ser incapaces de continuar con ellas? Somos personas de Contemplacion y acción y necesitamos hacer una pausa en nuestras acciones para reponernos y refrescarnos con la oración y el descanso.
El Catecismo nos enseña que la virtud cardinal de la templanza modera nuestros deseos de bienes mundanos. En cierto sentido, aprender a controlar nuestro lmpulso de “hacer siempre más” puede ser un ejercicio de templanza, permitiendo que nuestro amor a Dios y al prójimo no se vea perturbado por un cuerpo o una mente que claman por descansar; sólo cada uno de nosotros puede conocer sus límites personales, y no todo lo que nos causa es demasiado ,pero hay un tiempo para todo,incluso para el descanso”
Contemplar
¿Me detengo para refrescarme con la Oración y la Reflexión, en lugar de centrarme sólo en el trabajo?