A reflection on Pentecost from one of our dear Vincentians, Mike McNamara:
Acts 16: 22-34 It’s a great story about the power of God to cause earthquakes and free us, or so I originally thought.
Imagine being with Paul & Silas, as they were preaching the Good News of Jesus Christ. Could be pretty scary stuff and hard to believe 2000 years ago. Still is today for many. At Mass my 4 year old granddaughter ask about Jesus on the cross. After I told her the story in my simplest “4-year old” language, she said, “Why were they so scared of Him?” Why indeed?
Now, for a few minutes, please close your eyes and imagine being beaten and thrown into prison and staked down in chains with Paul and Silas, guarded by an unbeliever with a sword! How are you feeling now?
Then “suddenly there came a great earthquake, so that the foundations of the prison were shaken; and immediately all the doors were opened and everyone’s chains were unfastened…” You are now released from your chains and your prison doors are flung open, so you can escape. Isn’t God great! But wait…
Now, you notice the guard drawing his sword! How fast would you and I be running? Here’s the rest of the story!
Paul & Silas didn’t run; they stayed! They knew that the guard was about to kill himself, because the prisoners were escaping and Roman law would require his life for failing to do his duty. Instead Paul and Silas yelled and got the attention of the guard, so he wouldn’t commit suicide. Now put yourself in the guard’s place. My reflection is that the guard must have been amazed that these guys were willing to risk their life to save his.
Earlier, he may had heard them preach or heard about what they were preaching. But, when the guard was the “real life” recipient of God’s love and realized that Paul & Silas were “walking the talk” and truly caring for him, he was converted. It wasn’t the preaching or the earthquake, it was the body of Christ in the hearts of Paul and Silas that made the difference!
Later that night the guard took Paul and Silas to his home to clean their wounds and feed them. The guard and his household were then baptized.
We’ve probably heard the saying, “No one cares how much we know, until they know how much we care.” Now we know how true it is and what real love is. None of us, including Paul & Silas, would have had that divine love to “give of themselves” without the grace and power of the Holy Spirit…the same Holy Spirit who came to the apostles and all of us at Pentecost. What a wonderful and fulfilling way to be Christ to others as we serve as Vincentians!
Reflexión Pentecostés
Una reflexión sobre Pentecostés de uno de nuestros queridos Vicentinos, Mike McNamara:
Hechos 16: 22-34 Esta es una gran historia sobre el poder de Dios para provocar terremotos y liberarnos, o así yo pensaba originalmente.
Imagínate estando con Pablo y Silas mientras ellos predicaban las buenas nuevas de Jesucristo. Podría ser algo difícil de creer y aceptar hace 2000 años. Lo sigue siendo hoy en día para muchos. En la misa mi nieta de 4 años me preguntó acerca de Jesús en la Cruz. Después de que le conté la historia en mi lenguaje más simple para una niña de 4 años, ella preguntó, “¿Por qué le tenían miedo a él?” ¿Por qué?
Ahora, por unos minutos, por favor cierra los ojos e imagínate siendo golpeado, encarcelado y encadenado con Pablo y Silas, vigilado por un incrédulo con una espada! ¿Cómo te sientes ahora?
Entonces, “de repente se produjo un terremoto tan fuerte que la cárcel se estremeció hasta sus cimientos. Al instante se abrieron todas las puertas y a los presos se les soltaron las cadenas.” Ahora se te libera de tus cadenas y las puertas de la prisión se abren de par en par, para que puedas escapar. ¡Dios es tan grande! Pero espera……
Ahora, ¡te das cuenta que el guardia saca su espada! ¿Qué tan rápido correríamos tu y yo? Aquí está el resto de la historia.
Pablo y Silas no corrieron. ¡Se quedaron! Ellos sabían que el guardia estaba a punto de suicidarse, porque los presos se escapaban y la ley de Roma requeriría su vida por no cumplir con su deber. Sin embargo, Pablo y Silas gritaron y captaron la atención del guardia, para que no cometiera suicidio. Ahora ponte en lugar del guardia. Mi reflexión es que el guardia debió haberse sorprendido tanto de que estos tipos estuvieran dispuestos a arriesgar sus vidas para salvar la de él.
Previamente, el guardia pudo haberlos oído predicar o escucho acerca de lo que ellos predicaban. Pero, cuando el guardia fue “quien en vida” recibió el amor de Dios y se dio cuenta de que Pablo y Silas practicaban lo que predicaban y en verdad se preocupaban por él, fue convertido. No fue el terremoto o la predicación, ¡fue el cuerpo de Cristo en el corazón de Pablo y Silas que hizo la diferencia!
Más tarde esa noche el guardia llevó a Pablo y Silas a su casa a limpiarles las heridas y alimentarlos. Entonces el guardia y su familia fueron bautizados.
Probablemente hemos escuchado el dicho, “a nadie le importa que tanto sabemos, hasta que saben que tanto realmente nos importan.” Ahora sabemos que tan cierto esto es, y que es el verdadero amor. Ninguno de nosotros, incluyendo a Pablo y a Silas, hubiéramos tenido ese amor divino para dar de sí mismos sin la gracia y el poder del Espíritu Santo… ese mismo Espíritu Santo que vino a los apóstoles y a todos nosotros en Pentecostés.
¡Qué maravillosa manera de ser Cristo hacia los demás mientras servimos como Vicentinos!