By Timothy Williams, Senior Director of Formation and Leadership Development
“It was not you who chose me,” Christ says, “but I who chose you”, reminding us of the essence of both His mission and our own. It was not we who summoned Christ, but God who chose to put on the cloak of humanity and go to the poor – to us – long before Blessed Frédéric and his friends made the same choice in the spring of 1833. Indeed, it was and is explicitly in imitation of Christ that we visit the poor.
Each time the Conference helpline rings, bringing with it a cry for help from a neighbor in need, it reminds us that the Christ whose suffering we are called to see in that neighbor is choosing us once again. We go to the neighbor for love alone, but each and every time it is not we who chose them, but they who chose us.
St. Vincent often reflected that none of the great works for which we remember him were his doing at all. The poor, sick family at Châtillon that famously inspired him to form the first Confraternity of Charity, he explained, was “clearly the work of God, for was it human beings who had made those poor people ill?” [CCD IX:193] As always, Vincent sought to discern God’s will in the people and events of his life, and if he found himself inspired by that poor farming family, it was only because God chose them to speak to his heart.
How grateful we should be that God not only called us to this vocation, but that time and time again, He chooses us to come to Him! This understanding of our own place in God’s loving plan should permeate all that we do, and all that we say. Our reports on our works are never offered for our own glory, but only to praise God, who chooses us as His humble instruments.
In his own report on the Society’s works in its first year, Frédéric asked that we “together have the firm determination never to quit the post where God has brought us together. Let us continue the work of charity without fanfare, for charity is all the more beautiful as it remains reclusive.” [1457, to the Society, 1834]
God calls us to do good not for our own reputation, but for His love alone. When we call others to serve with us, we seek to share His love. When we ask others to donate to the Society, it is not for our sake but for the poor we serve. When we seek to act as a voice for the voiceless, it is not because of our special skills, but only our special knowledge of the friends, the neighbors, the God who has called us to this vocation.
We are not a secret society, but we are called to be a humble Society, always remembering that our works are for God’s glory, God’s sake, and God’s love.
Contemplate
Am I grateful for God’s call each time He invites me to serve Him?
Recommended Reading
Letters of Frédéric Ozanam – Earliest Letters
Contemplación:
Traducción de Sandra Joya
“”No me eligieron ustedes. dice Cristo, sino yo quién los elegí,”” recordándonos la esencia tanto de su misión como de la nuestra. No fuimos nosotros quienes llamamos a Cristo, sino Dios quién eligió revestirse de humanidad e ir a los pobres-a nosotros-mucho antes de que el beato Federico y sus amigos hicieran lo mismo en la primavera de 1833. De hecho, fue y es explícitamente en imitación de Cristo que visitamos a los pobres.
Casa vez que suena el teléfono de la Conferencia, trayendo consigo el grito de auxilio de un prójimo necesitado,nos recuerda que Cristo,cuyo sufrimiento estamos llamados a ver en ese prójimo, nos elige una vez más. Acudimos al prójimo sólo por amor, pero cada vez no somos nosotros quienes lo elegimos sino él quien nos eligió a nosotros.
San Vicente reflexionaba a menudo que ninguna de las grandes obras por las que recordamos fue obra suya. La familia pobre y enferma de Chatillon que lo inspiró a fundar la primera Cofradía de la Caridad, explicó , era ” claramente obra de Dios, pues ¿ acaso fueron seres humanos los que enfermaron a esa pobre gente? (CCD IX: 193) Como siempre Vicente buscó discernir la voluntad de Dios en las personas y los acontecimientos de su vida, y sí se sintió inspirado por esa pobre familia campesina, fue solo porque Dios los eligió para hablarle al corazón.
Cuán agradecidos debemos estar de que Dios no solo nos haya llamado a esta vocación, sino que una y otra vez nos elija para acercarnos a El. Esta comprensión de nuestro propio lugar en el plan amoroso de Dios debe impregnar todo lo que hacemos y decimos. Nuestros informes sobre nuestras obras nunca se ofrecen para nuestra propia gloria. Sino sólo para alabar a Dios, quién nos elige como sus humildes instrumentos.
En su propio informe sobre las obras de la Sociedad durante su primer año, Federico nos pidió que “juntos tengamos la firme determinación de nunca abandonar el puesto donde Dios nos ha reunido. Continuemos la obra de caridad sin fanfarrias, pues la caridad es tanto más hermosa cuanto más solitaria es” (1457, a la Sociedad, 1834)
Dios nos llama a hacer el bien no por nuestra propia reputación, sino únicamente por su amor. Cuando llamamos a otros a servir con nosotros,buscamos compartir su amor. Cuando pedimos donaciones a la Sociedad, no es por nuestro bien, sino por los pobres a quienes servimos. Cuando buscamos ser la voz de los que no tienen voz, no es por nuestras habilidades especiales, sino unicamente por nuestro conocimiento especial de los amigos, los vecinos, el Dios que nos ha llamado a ésta vocación.
No somos una Sociedad secreta, sino que estamos llamados a ser una Sociedad humilde, recordando siempre que nuestras obras son para la gloria de Dios por amor a Dios y por amor a Dios.
Contemplar
¿Agradezco el llamado de Dios cada vez que me invita a servirle?